Por Mtra. Marcela Martínez Pineda
Presidenta de la Comisión de Mujeres de Coparmex Metropolitano
Hablar de igualdad de género en puestos de alta dirección no es un asunto de moda, es un tema estratégico. Lo importante es reconocer que el talento no tiene género. Cada vez que una mujer queda fuera de un consejo de administración o de una dirección general, la empresa pierde innovación, visión integral y capacidad de respuesta ante los retos globales.
La verdadera transformación empresarial ocurre cuando hombres y mujeres trabajan juntos como aliados estratégicos. No es una competencia, es trabajo en conjunto. Equipos diversos toman mejores decisiones, generan estrategias más sólidas y construyen empresas más competitivas. El liderazgo compartido es la fórmula para acelerar los objetivos corporativos y garantizar que las compañías sean sostenibles en el tiempo.
Hoy, las mujeres han demostrado su capacidad en todos los ámbitos; negar su participación en la alta dirección es una pérdida de valor. Cuando se aprovechan sus talentos, las organizaciones se enriquecen con ideas nuevas, con liderazgo resiliente y con una visión que complementa y potencia la de sus pares.
Las empresas con mayor diversidad de género en la alta dirección muestran mejores resultados financieros, mayor innovación y sostenibilidad. En México, donde las mujeres representamos más de la mitad de la población y somos motor clave del consumo, resulta incongruente que nuestra presencia en los máximos niveles de decisión sea aún minoritaria. Impulsar la igualdad es un imperativo económico y estratégico.
El reto está en dar pasos firmes. Esto implica generar programas de mentoría, diseñar políticas de conciliación, invertir en el desarrollo de liderazgos femeninos y, sobre todo, contar con la voluntad empresarial y política para abrir espacios y mantenerlos abiertos.
La igualdad en la alta dirección no es un ideal lejano, es una condición indispensable para que seamos más competitivos en el escenario global. Solo si sumamos talentos construiremos organizaciones más sólidas, innovadoras y humanas. El futuro de los negocios en nuestro país depende de reconocer que el liderazgo no tiene género, pero sí un enorme potencial transformador.